Hay una parte de nosotros. Una parte de mi ser…Que siente culpa.

Y la culpa, cómo el mayor de los pesos. Cómo el mayor de los pecados,

me arrastra contra el suelo. Aplastándome la cara.

Tiñiéndome los ojos de azul, un azul de plomo, que me rinde. La culpa en el fondo, la miro, y no es nada.

Porqué al mirarla, se desvanece la ilusión.
Me miro a mi también, con ella en el espejo.

Me miro y me comprendo.

No hay nada que decirme, no hay nada que decir.
Me miro y me comprendo, y al comprenderme cesa, la condemna que parecía eterna, la que se postraba sobre mis huesos.

Porqué ya no es por mí, ni tampoco es por él. Yo sé que lo que hago, está dentro del límite.
Pero es por ti. Porqué olvidé, porqué a veces caigo en el olvido.

Soy humana y me derribo. Ante tus brazos y abrazos, me fundo cómo el hielo…

Pero en el fondo no es para ti, el corazón de mi presencia. No sé si para nadie ahora.

Lo único que sé, es que puedo regalar un baile. Pero que acariciarme, es algo que me toca hacer sola.
Me cuesta. Creo que hacía siete años, que no tenía ausencia de contacto.
Humana soy, tenía que ser…

El amor me llena y me rebosa, y en el fondo siento que es inocente lo que anhelo.

Por eso la culpa, que me mira, que saca la cabeza, y después se retira.

Me deja en paz conmigo, y con mis pensamientos.

Ya solo quedan sugerencias.

Me gusta vivirla así, y ver cómo se va. Cómo no tiene nada que decirme ya, ni yo me creería, aquello me dice.